¿Existe relación entre nuestra alimentación y el sistema inmune?

Es un hecho la relación que existe entre nutrición y sistema inmune (SI) (1,2,3,4). Los alimentos, y en particular los nutrientes, ejercen un efecto importante en su desarrollo y buen funcionamiento. Por lo que es lógico pensar que desequilibrios en la alimentación pueden afectar a la función inmunológica. La microbiota intestinal, también modificada por la nutrición, es determinante en la regulación y actividad del SI. La alteración del SI está relacionada con múltiples procesos patológicos como las infecciones, la autoinmunidad, las alergias o el asma.

¿Hay algún tipo de alimentación que favorezca nuestras defensas?

La respuesta es sí. Pero no depende de ningún alimento o suplemento concreto sino más bien del conjunto de nuestra alimentación y estilo de vida.

Actualmente todas las recomendaciones sobre alimentación saludable coinciden en que debemos añadir más alimentos de origen vegetal a nuestra alimentación por su riqueza en micronutrientes y nutrientes bioactivos. Además es importante basar nuestra dieta en alimentos poco o nada procesados y eliminar los ultraprocesados.

¿Y qué importancia tienen los nutrientes bioactivos para el SI?

¿Qué funciones protectoras tienen?

Además de vitaminas y minerales, los vegetales contienen fitoquímicos, que son compuestos vegetales bioactivos que ejercen efectos farmacológicos beneficiosos para la salud. Existen múltiples tipos de fitoquímicos como las antocianinas, betalaínas, flavonoides, isoflavonas, compuestos organosulfurados o fitoesteroles entre otros muchos otros.

Poseen efectos antifúngicos, antivíricos y antibacterianos.

Inducen la producción de enzimas desintoxicantes.

Controlan la producción de radicales libres.

Mejoran el poder citotóxico de las células del SI (capacidad de destruir patógenos y células cancerígenas) (3,5).

¿Qué nutrientes son adecuados para el correcto funcionamiento del SI?

Vitaminas del grupo B, vitamina A y C: importantes para mantener la integridad de los linfocitos. Además tienen acción antioxidante por lo que las consideramos como inmunomoduladoras.

Vitamina D: su deficiencia altera la composición de la microbiota y disminuye la función del SI.

Vitamina B6 y B12: regulan el funcionamiento de las células del SI.

Folatos: se encuentra de manera natural en alimentos de origen vegetal (sintéticamente es ácido fólico). Su deficiencia afecta negativamente a la función fagocítica y citotóxica de las células del SI. Su deficiencia también afecta a la formación de inmunoglobulinas.

Selenio y zinc: actúan como antioxidantes e inmunomoduladores. De hecho, un déficit de zinc produce una disminución del tamaño del timo (órgano en el que maduran los linfocitos T), que se traduce en linfopenia (número bajo de linfocitos en sangre). Esto afecta a las respuestas celulares del SI.

Hierro: su déficit disminuye la actividad de las células del SI y algunas citoquinas.

Magnesio: su déficit disminuye el número de monocitos y la actividad de las células NK.

Omega 3 y omega 6: regulan la función inflamatoria y antiinflamatoria del SI.

Polifenoles: tienen capacidad antioxidante (flavonoides, resveratrol).

Betaglucanos: son un tipo de fibra que participa modificando la respuesta del SI.

Organosulfurados: son potentes antioxidantes.

Monoterpenos: pueden tener un efecto apoptótico (muerte celular) sobre células malignas (limoneno o geraniol) (1,2,3,4,5)

Célula dendrítica. Es una célula del SI presentadora de antígenos.

¿Cómo podemos mejorar el funcionamiento de nuestro SI?

NO EXISTEN SUPLEMENTOS MÁGICOS. La biodisponibilidad y biodistribución de todos estos nutrientes de forma natural es mayor que si los consumimos en suplementos, además evitamos que se acumulen hasta niveles tóxicos.

Asegurar la ingesta de alimentos de origen vegetal es un valor seguro para mantener sano nuestro SI. Además de vitaminas, minerales y fitoquímicos, los vegetales contienen fibra que ayuda al buen funcionamiento del tracto intestinal y al mantenimiento de una flora intestinal beneficiosa para la salud. Introducir alimentos fermentados también nos puede ayudar a mantener en buen estado la flora intestinal.

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